miércoles, 5 de septiembre de 2012

Los exámenes y el plage



Los exámenes siempre han sido,  y serán, la forma como medimos el aprendizaje.
En mis tiempos pasar los exámenes traían consigo madrugadas de estudio en la casa de algún amigo o simplemente quedarme en el comedor de mi sala con los libros abiertos y alguna gaseosa con mucha cafeína repasando los cursos.  A la mañana siguiente venía con ojeras, nervios, lapiceros y algún papelito recordatorio que entre mis amigos llamábamos “plage”.  Nunca supe que significaba el nombre “plage” pero repetíamos el nombre porque todos lo decían. 
Luego tocaba en el lapso de 1 hora o más responder las preguntas y terminar sabiendo que no habías salido bien o que tu examen fue un éxito.  Siempre han existido los chancones a lo largo del tiempo que eran quienes te sacaban de la duda.
En mi chiquititud, los exámenes de colegio eran muy extremos, creo que nunca pude plagiar con tranquilidad, nos lanzábamos papelitos chiquitos y siempre le pateaba la canilla al amigo de adelante que nunca me hacía caso.  En matemáticas era muy complicado plagear porque nuestro tutor era muy serio y observador, por lo que siempre salía jalado.
Ya en la universidad, algunos profesores se hacían a los desentendidos, salían del salón y nos dejaban plagear de lo lindo y otros profesores nos decían que si le comprábamos sus libros ellos podían salir un ratito.  Así tuve un profesor de Literatura que era poeta, el era muy mayor y siempre nos vendía sus poemitas diciendo que era para alguna mujer que rondo su corazón en su juventud.
Sus versos sentidos eran muy divertidos:
“para canela, sol, playa y arena” “para Beatriz, agua, yerba y maíz”
Nunca supe que fue de su vida, pero cuando llevé el curso de “realidad nacional” en la universidad otro profesor ya mayor me lo hizo recordar ya que nos decía que para mejorar nuestro promedio y subir algunos puntos en el examen podíamos colaborar con cinco soles para adquirir más huacos para su museo.  Era un lugar que decía que estaba en el sótano de la cafetería pero el cual nunca conocimos.
Otro de los profesores que tomaba exámenes muy extraños era el profesor de matemática financiera.  El siempre solía hacerse el dormido en clase y cuando parecía que dormía en un sueño profundo y todos empezábamos a decirnos las preguntas, el profesor se levantaba y empezaba a gritar.  Creo que una de las razones por las cuales desaprobé ese curso fue más que porque no lo sabía, porque andaba muy nervioso con las reacciones del profesor.
Exámenes tuve miles, en distintos lugares, con distintos profesores, y hoy que me toca enseñar y tomar a mí los exámenes, con toda la experiencia del caso en términos de plage, de estudio hasta la madrugada, de conexión mental con los compañeros, tengo muy estresados a mis alumnos que aunque quieran se les imposibilita plagear o mirar a algún compañerito del costado.  Yo no les permito eso.
En mi corta vida de profesor he podido descubrir  nuestras formas de plagear:
a)      Grabar todo el curso en el mp3 y decir que te relajas escuchando música para escuchar todo el tema por tus audífonos.
b)      Hacer una etiqueta falsa de gaseosa e imprimirla en tu botellita que pones frente a ti en el examen.
c)       Usar lapiceros invisibles.
d)      Recibir mensajes de texto de alguna tía que acaba de sufrir un accidente, cuando en verdad son las respuestas del curso.
Y  por supuesto, siempre están las que ya son conocidas: del plage en el brazo, entre el cabello, en el piso, entre otros. ¿Conoces más?
Ahora, a mis 36 años, después de haberlo hecho y haber pagado las consecuencias del no aprendizaje, pienso que a pesar de todo, plagear no es algo digno de un estudiante, ya que lo único que demuestra es que está pagando un estudio para ser uno más del montón.
En un tiempo como el de ahora donde la información reina, el conocimiento debería ser la base de todo y los alumnos y en si todos, por mutua voluntad debería estudiar y saber más de cada cosas.
Pero claro, como es m i caso, cada quien aprende con la experiencia y con los golpes que te da la vida.
Trataré de impedir los plages en masa, aunque siempre hay alguno, que descubra una nueva técnica y se vea favorecido con una nota que en teoría no le corresponde.

Ya es hora de descansar.

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