De pronto recibí un correo, era de un cliente que estaba un poco estresado por un trabajo y me lo hizo saber.
Antes, mi reacción era la de responder los correos y plantear mi justo punto de vista, pero con el pasar del tiempo me di cuenta que ese método no funciona y que simplemente si reaccionas del mismo modo, con el estres de rebote, terminas siendo el malo de la película.
Fue en ese momento que me acordé de lo que le digo a mis alumnos: que muchas veces cuando andamos luchando con cosas que pasan, una marca puede lanzar mensajes que cubren una necesidad especial.
En mi caso, el mensaje de Rimac Seguros cayó perfecto. Su comercial y tonadita "todo va a estar bien, todo va a estar bien, pase lo que pase sé que todo va a estar bien" cumple esa misión. Te muestra a un personaje al que le pasan muchas cosas y siempre sonríe. Al ver ese comercial y las gráficas me hice la misma pregunta: ¿por qué debo de estresarme si al final las cosas saldrán bien?. Lo único seguro es la muerte lo demás tiene arreglo.
Con ese punto de vista, tomé mi laptop, repartí los exámenes a mis alumnos y mientras los veo intentando plagear (creen que no sé) escribo estas líneas y aterrizo pensamientos.
Un escrito, definitivamente puede ser otro medio para canalizar estados de tensión. Y creo que a lo largo de mi vida me han calmado de muchos intentos de reacciones diversas.
El tiempo en que no controlaba mi inteligencia emocional fue el que pasaba sin escribir ni conversar. Pero este tiempo de tensión es importante para mí porque cada situación me ayuda a ser mejor persona y a perfeccionar "la santa paciencia". Como gerente de mi empresa, es un buen ejercicio.
Hace unos días en un salón de clases un grupo de alumnos se amargaron porque no les puse asistencia, y uno me gritó "le haremos bullying". Si hubiese sido el de antes le ponía un tremendo cerazo, renegaba y solucionaba todo. Pero esta vez respiré ondo, lo vi de frente y le dije "inténtelo" y ya no me dijo nada más y todo volvió a la calma.
En estos tiempos en que el estrés es compañera del día a día las marcas tienen la obligación de ser amigas, de darnos mensajes alentadores y alivianarnos todo. Ellos tienen un espacio muy importante en los medios y el contacto con la gente. Así que bienvenidas las marcas que siguen "destapando felicidad", diciendo que "todo va a estar bien" y planteando que "tu eres el caminante". Cada una llega a un público y puede ser una compañera de apoyo en momentos tensos.
Gracias a escribir este post, ya me puse más tranquilo. "todo va a estar bien"
Saludos.
Publicista y Educador. Creador del canal educativo de youtube #mentemochilera
viernes, 7 de septiembre de 2012
jueves, 6 de septiembre de 2012
Corre, ¡ya van a revisar los trabajos!
"Nervios, faltan pocos minutos para que el profe revise los trabajos. Nos madrugamos ya 2 semanas, nos peleamos un rato pero luego todo solucionado. Frío en las madrugadas pero al final todo resuelto. Colorear el Story Board fue muy pesado pero salió del paso. La estrategia está buena y no creo que nos jale e profe ¿O si?"
Esas, y muchas más cosas, siempre pasaron por mi mente cada vez que teníamos que presentar algún trabajo. Todas las noches nos quedábamos en la casa de Chivan (amigo del IPP) haciendo las campañas que teníamos que presentar. Muchas madrugadas pasamos en grupo en su casa. Era divertido aunque algunas veces no salían ideas. Lo más pesado era dormir, sólo había una cama porque dormir en los sillones era algo un deporte extremo. Entraba mucho frío por las ventanas....
Mientras tanto los profesores no estaban enterados de nada y cada mañana teníamos que presentar el trabajo sí o sí. Trepándonos a la combi llegábamos con las ojeras, el frío de la madrugada y un trabajo que nunca paraba de corregirse y nos ibamos a a presentación.
Algunos profesores eran más buena gente y nos daban pautas para mejorar, otros simplemente decían que todo era horrible y quedaba a cosa ahí, con una nota negativa y un tiempo de madrugada perdido.
Pero de todo se aprende, ya que esos tiempos de madrugada más allá de darnos un concepto y una idea de campaña, nos daba tiempo para conocernos, afianzar nuestra amistad y fortalecer los lazos, que tiempo después serán parte de tus recuerdos y de tus aportes profesionales.
El curso puede pasar, pero las anécdotas y los amigos no.
Ahora que me toca ser profesor, soy conciente del valor de los lazos de amistad, y sé que cada vez que mando un trabajo más que un resultado de ese momento, estoy creando una red de complicidades y cariño que más adelante servirá para que progresen juntos,
El valor de los trabajos es importante, pero el valor del grupo que los realiza es mucho más importante, ya que a este mundo vinimos y convivimos en grupo.
Ahora (en este precisom momento) mis alumnos me tienen que presentar sus trabajos.
Me concentraré en ver sus resultados. Ellos por su parte, tendrán algo más que recordar.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Los exámenes y el plage
Los exámenes siempre han sido, y serán, la forma como medimos el aprendizaje.
En mis tiempos pasar los exámenes
traían consigo madrugadas de estudio en la casa de algún amigo o simplemente
quedarme en el comedor de mi sala con los libros abiertos y alguna gaseosa con
mucha cafeína repasando los cursos. A la
mañana siguiente venía con ojeras, nervios, lapiceros y algún papelito
recordatorio que entre mis amigos llamábamos “plage”. Nunca supe que significaba el nombre “plage”
pero repetíamos el nombre porque todos lo decían.
Luego tocaba en el lapso de 1
hora o más responder las preguntas y terminar sabiendo que no habías salido
bien o que tu examen fue un éxito.
Siempre han existido los chancones a lo largo del tiempo que eran
quienes te sacaban de la duda.
En mi chiquititud, los exámenes
de colegio eran muy extremos, creo que nunca pude plagiar con tranquilidad, nos
lanzábamos papelitos chiquitos y siempre le pateaba la canilla al amigo de
adelante que nunca me hacía caso. En
matemáticas era muy complicado plagear porque nuestro tutor era muy serio y
observador, por lo que siempre salía jalado.
Ya en la universidad, algunos
profesores se hacían a los desentendidos, salían del salón y nos dejaban
plagear de lo lindo y otros profesores nos decían que si le comprábamos sus
libros ellos podían salir un ratito. Así
tuve un profesor de Literatura que era poeta, el era muy mayor y siempre nos
vendía sus poemitas diciendo que era para alguna mujer que rondo su corazón en
su juventud.
Sus versos sentidos eran muy
divertidos:
“para canela, sol, playa y arena”
“para Beatriz, agua, yerba y maíz”
Nunca supe que fue de su vida,
pero cuando llevé el curso de “realidad nacional” en la universidad otro
profesor ya mayor me lo hizo recordar ya que nos decía que para mejorar nuestro
promedio y subir algunos puntos en el examen podíamos colaborar con cinco soles
para adquirir más huacos para su museo.
Era un lugar que decía que estaba en el sótano de la cafetería pero el
cual nunca conocimos.
Otro de los profesores que tomaba
exámenes muy extraños era el profesor de matemática financiera. El siempre solía hacerse el dormido en clase
y cuando parecía que dormía en un sueño profundo y todos empezábamos a decirnos
las preguntas, el profesor se levantaba y empezaba a gritar. Creo que una de las razones por las cuales
desaprobé ese curso fue más que porque no lo sabía, porque andaba muy nervioso
con las reacciones del profesor.
Exámenes tuve miles, en distintos
lugares, con distintos profesores, y hoy que me toca enseñar y tomar a mí los
exámenes, con toda la experiencia del caso en términos de plage, de estudio
hasta la madrugada, de conexión mental con los compañeros, tengo muy estresados
a mis alumnos que aunque quieran se les imposibilita plagear o mirar a algún
compañerito del costado. Yo no les
permito eso.
En mi corta vida de profesor he podido descubrir nuestras formas de plagear:
a) Grabar
todo el curso en el mp3 y decir que te relajas escuchando música para escuchar
todo el tema por tus audífonos.
b) Hacer
una etiqueta falsa de gaseosa e imprimirla en tu botellita que pones frente a
ti en el examen.
c) Usar
lapiceros invisibles.
d) Recibir
mensajes de texto de alguna tía que acaba de sufrir un accidente, cuando en
verdad son las respuestas del curso.
Y por supuesto, siempre están las que ya son
conocidas: del plage en el brazo, entre el cabello, en el piso, entre otros. ¿Conoces más?
Ahora, a mis 36 años, después de
haberlo hecho y haber pagado las consecuencias del no aprendizaje, pienso que a
pesar de todo, plagear no es algo digno de un estudiante, ya que lo único que
demuestra es que está pagando un estudio para ser uno más del montón.
En un tiempo como el de ahora
donde la información reina, el conocimiento debería ser la base de todo y los
alumnos y en si todos, por mutua voluntad debería estudiar y saber más de cada
cosas.
Pero claro, como es m i caso,
cada quien aprende con la experiencia y con los golpes que te da la vida.
Trataré de impedir los plages en masa, aunque
siempre hay alguno, que descubra una nueva técnica y se vea favorecido con una
nota que en teoría no le corresponde.
Ya es hora de descansar.
Ya es hora de descansar.
martes, 4 de septiembre de 2012
Una mañana de café.
Sentado en el cafetín del instituto, un profesor se me acercó y me dijo:
- ¿Cómo le va profe?
- Bien - le respondí, mientras tomaba el primer sorbo de ese café cargado y humeante aquella mañana. Las calles de miraflores estaban grises y la neblina le daba ese aspecto íntimo, dibujando una ciudad de Lima que carga en su tradición aquel color de panza de burro como tatuaje en el cielo, no sólo iluminada en cada calle sino en cada persona que transitaba por Larco. La masa de personas le daba a Miraflores ese aspecto único, callado y acelerado de las calles que guardan mucho y a la vez dicen mucho.
- Qué bien profe - me dijo el docente y sentándose en una silla suelta que quedaba en la mesa empezó a comentarme algunos temas de su curso - oiga usted - me dijo - el profesor de Realidad Nacional tiene mucho que contar se ha puesto a pensar, cada día salen nuevas noticias, cada una diferente a la otra: muertes, amantes...tantas cosas...
Yo lo observé y de inmediato se me vino a la cabeza muchas imágenes, de aquellos viajes de mochilero en los que estuve durmiendo a la intemperie, en esos buses fríos, sin lunas, y parando cada madrugada frente a migraciones donde en más de una oportunidad la policía de otros países nos paraba para inspeccionarlos. Sí que pasé por muchas cosas extrañas, pero la aventura pudo más en su tiempo y al escuchar al profe, me venía esa carga de conciencia y gratitud por estar esa mañana frente a esa taza de café y dictando un curso. Alguien había confiado en mí. Sobre todo, teniendo el privilegio de enseñar, que es algo que descubrí que hacía bien por necesidad.
- Tiene razón - le dije, mientras tomaba la taza y me dejaba calentar por el café. Nuestros alientos en aquel cafetín votaban ese humito gracioso que sale del contacto del frío con el calor, y esa atmósfera le daba otra tonalidad al espacio. Me sentía como aquel escritor que siempre quise ser, como el de los libros de aquellos escritores famosos. Me sentí tan diferente en ese momento que se me pasó por la mente empezar a escribir un libro. Luego lo vi al profesor que seguía pensando y le dije -esta ciudad cada vez se transforma en un símbolo de Forever Alone.
- ¿Forever qué? - me dijo el profesor.
- Forever Alone, aquel personaje de las redes sociales que siempre para sólo y siempre es centro del bullying por parte de sus amigos.
El profesor sonrió. No sé si por compromiso o porque había entendido lo que le dije. No sé en verdad si le hizo gracia mi comentario, pero al recapacitar en ese tema, vinieron muchas imágenes a mi cabeza, y entre tantas vivencias, adoré tener ese café entre mis manos y poder disfrutar de esa mañana siendo profesor.
Mi carrera de publicidad me había dado mucho recorrido, y mi vida había pintado mis experiencias de tal manera que estar sentado aquella mañana era como empezar a releer un diario archivado.
Tomé un sorbo más de café y me despedí del profe. El timbre de inicio de clase había sonado. Tenía un nuevo tema que dictar frente a alumnos. Como siempre, ellos me enseñarían mucho en el salón de clases.
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